Durante el fin de semana pasado pude disfrutar de unos días en el Creative Photofest en Villanua. Un festival de reciente creación y de trato especial y familiar que os recomiendo para futuras ediciones. Yo he aprendido y disfrutado mucho mas de lo que podía imaginar.
Además de las charlas y talleres preparados, una de las actividades preparadas era la Batalla de color, un rato muy divertido en el que niños y no tan niños se lo pasan pipa enfrascándose en colores y agua.
En la fotografía y en otros campos la gente tiende a encasillarnos; nosotros mismos potenciamos a veces ese efecto de ser de tal o cual manera o hacer tal o cual cosa y no otra. Parece que así metidos en un cajón estamos controlados y todos saben lo que debemos hacer y lo que hacemos bien y mal. Si hacemos paisaje parece que no debamos hacer macro bien; si hacemos alta velocidad hacemos eso y no otra cosa... o tal vez si.
En ese sentido, no suelo fotografiar muchas personas pero durante la batalla de color disfrute con la cámara mas que un enano( a pesar de que acabo de todos colores). Tal es así que todo el fin de semana estuve buscando y fotografiando personas; las flores, hierbas, noches, paisajes ... pasaron desapercibidas esta vez.
Uno de los fotoperiodistas asistentes al congreso decía que había estado muy bien pero que había durado poco rato y no era fácil hacer fotos en tan poco tiempo; lo cierto es que acostumbrado a esperar horas para hacer fotos durante unos minutos de acción dentro de un hide o deambular buscando la luz correcta de atardecer, fotografiar personas me pareció muy gratificante y agradecido. No se si sirve de mucho encasillarnos, o etiquetarnos en algo, o se nace con un sello insalvable.
Lo cierto es que alguna de las fotos que hice me emocionaron tanto o mas que las que hago de naturaleza y eso es lo único que en el fondo importa, la emoción al hacer algo.
Una pequeña selección del "campo de batalla"